HONESTIDAD, VALOR ESCASO
Ante el fallecimiento del ex presidente Dr. Raúl Ricardo Alfonsín hemos observado como una gran multitud ha concurrido a su sepelio a despedirlo. Lo ha hecho espontáneamente y con convicción. Cabe preguntarse por qué la gente ha ido masivamente a saludar a un presidente que, al margen de sus aciertos y errores, si analizamos objetivamente su gestión podemos concluir que su gobierno no fue bueno al verse obligado a retirarse antes del período de tiempo que indicaba la Constitución vigente en ese momento en razón de que la economía desencadenó en una hiperinflación que nos devoró.
La respuesta a tal interrogante entiendo se debe a que gran parte de la sociedad fue a agradecer su honestidad, su decencia, su espíritu democrático y republicano. Esto hoy –en nuestra Argentina- es un Valor escaso, que vale “oro”, vale mucho. En la ciencia de la economía se dice que un bien escaso es caro porque no abunda. La honestidad hoy no abunda, por lo tanto es valiosa, es un bien en términos económicos escaso, entonces tiene mucho valor ese Valor. La gente ha ido a poner en evidencia lo que reclama desde hace tiempo a la dirigencia política: honestidad, honradez, decencia.
En definitiva, peticiona ética. La gente ha ido a enviar una señal a los políticos. Seguramente muchos de los allí presentes no compartían las ideas de Alfonsín, han sido críticos de su gobierno y adversarios en el campo de las ideas, pero fueron a demostrar su agradecimiento a un hombre de bien que cultivó valores, nunca rencores ni resentimientos. Esto resulta de vital importancia en una democracia, es decir no alimentar ni potenciar las antinomias, no buscar enemigos, respetar al adversario, no crear o fomentar resentimientos.
Una democracia, necesita del adversario, necesita del que no piensa como uno. Esa necesidad del “otro” compitiendo con reglas claras y respeto a las instituciones, teniendo al diálogo como norte, nos conducirá a la paz interna que el país necesita. La situación económica del país actualmente no es buena, más bien se puede decir con certeza que es mala y no sabemos como culminará el retroceso que vivimos, se vislumbra un horizonte sombrío, esperemos que no se agudice y no se altere la paz que parece quebrarse.
Es decir una nueva etapa de las tantas etapas económicas angustiosas que hemos vivido, como aquella del final de Alfonsín. La diferencia entre esta “nueva etapa” y la de Alfonsín es que la de este último estaba signada por el respeto a las instituciones y su honestidad. Hago votos para que recuperemos a través de la educación –la familiar y la escolar- valores como el de la honestidad, así fomentaremos nuevos líderes políticos y, de esa manera haremos que la honestidad no sea un bien tan buscado como ahora, que sea un bien abundante y natural para que podamos despedir a nuestros dirigentes máximos como se ha hecho con Alfonsín.
Presidente de la Fundación LibreMente, Dr. Orlando Litta
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