NUEVAS MANERAS DE PENSAR A LA EDUCACIÓN. EL OCASO DE LAS ESCUELAS TRADICIONALES.
La escuela es una institución educativa cuyo surgimiento y rol hegemónico es consecuente a la sociedad moderna, lo que permite afirmar que su consolidación es reciente. Su subsistencia y protagonismo dependerán de la capacidad de renovación, tanto de objetivos como de métodos.
La humanidad se encuentra atravesando una etapa de innovación tecnológica cuyo avance es sorprendentemente veloz, en una escala que hasta hace unos pocos años era impensada. Esta innovación atraviesa todo y a todos, la escuela no es una excepción. Problematizar los abordajes de esta institución evidencian un aspecto clave para definir su futuro. Hoy la escuela es lo que es, pero mañana puede no serlo. A pesar de que no es necesaria su existencia para la divulgación de conocimientos, repensar sus modos permite ordenar la posición oscilante en la que deambula.
El debate educativo “escuela vs tecnología” es una controversia absurda. Esta grieta resulta inverosímil por su propia naturaleza. La escuela no puede plantearse como una institución desentendida del contexto sociopolítico, justamente el rol que ocupa es gracias a esa conexión.
El ingreso de la tecnología en las aulas ha dejado al descubierto las falencias de la escuela tradicional, provocando una crisis. Se ha roto definitivamente la noción de estudiante pasivo, vacío; ya no son acumuladores excesivos de información. Los exámenes se muestran ineficientes, y en general carecen de sentido, pues tienden a evaluar la capacidad de memorizar contenidos por sobre el uso de la razón.
La tecnología ha sembrado un pragmatismo contundente. Las innovaciones que originan las inteligencias artificiales son un complemento útil, un pilar sobre el cual construir conocimientos. El temor a los cambios en el sistema educativo es una obstrucción que debe ser desestimada, la actualización de los programas de estudio es inminente al igual que la modificación del formato evaluativo. Las bases de estos programas seguirán estando comandadas por las matemáticas, la biología, la literatura y la programación, aunque en formatos renovados, en los que las inteligencias artificiales tomarán un papel principal. Esta nueva configuración no pretende reemplazar al docente, todo lo contrario, es exclusivamente necesaria su participación ya que conducirá un trabajo más personalizado que consistirá en acompañar el recorrido de los estudiantes y formarlos en lo que una inteligencia artificial es incapaz, como la incentivación del pensamiento crítico, la cooperación grupal, la educación emocional, entre otras.
La escuela tradicional está en vías de extinción, y nada tiene de catastrófico. La reinvención de esta institución educativa en un aspecto más tecnológico es un hecho.
Para finalizar, resulta pertinente complementar el análisis suscitado con la visión de una inteligencia artificial propiamente dicha. Los siguientes párrafos finales han sido redactados por uno de estos sistemas, entrenado por OpenAI.
La inteligencia artificial tiene el potencial de complementar el sistema educativo al permitir un aprendizaje personalizado y adaptado a las necesidades individuales de los estudiantes, proporcionar retroalimentación inmediata, automatizar tareas repetitivas y administrativas, permitir el acceso a recursos de aprendizaje de alta calidad, y analizar grandes cantidades de datos de los estudiantes para identificar patrones y tendencias que puedan ayudar a mejorar el rendimiento académico.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que la tecnología nunca debe ser vista como un reemplazo para la educación tradicional y la interacción humana. Los profesores siguen siendo fundamentales en la educación y el desarrollo de los estudiantes, y la educación también se trata de fomentar habilidades sociales, emocionales y de resolución de problemas que son fundamentales para el éxito a largo plazo de los estudiantes. En resumen, la inteligencia artificial puede mejorar la calidad del aprendizaje y la eficiencia del sistema educativo, pero es importante mantener un equilibrio entre el uso de la tecnología y el lugar que ocupa la escuela para asegurar una educación de alta calidad y equitativa para todos los estudiantes.
Francisco Garavaglia, Estudiante de Psicología UNR.
Integrante Fundación LibreMente.
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