ABSORCIÓN DE LA SOCIEDAD POR PARTE DEL ESTADO

 Transcurren los años, transcurren las décadas, y los argentinos seguimos perdiendo las oportunidades de construir otro país, diferente del que ya sabemos fracasó.

          Una circunstancia extrema como la que estamos viviendo a raíz del coronavirus debería invitarnos a reflexionar sobre temas trascendentales en materia de políticas públicas.

           En tal sentido, cabe preguntarse, entre otros ítems: no es momento de redefinir la organización del Estado y analizar el inmenso costo que el mismo conlleva? No es momento de estudiar un nuevo sistema tributario con el fin de alentar inversiones aliviando la carga impositiva? No es momento de establecer nuevos paradigmas en el sistema educativo, como por ejemplo avanzar en conectividad y alfabetización digital facilitando a futuro la articulación del vínculo familia-escuela? No es momento de pensar una salud pública más preparada para la atención normal y habitual como para futuras contingencias extraordinarias? No es momento de replantear el cuidado del medio ambiente sin afectar la producción económica a través de una balanza equilibrada de convivencia? No es el momento de insertarnos en el mundo moderno? .

          Entiendo que sí es el momento. Pero a esta altura de tiempo pandémico observo que nada se hará. Vislumbro que nuestra mediocridad se profundizará con probabilidad que este tiempo perdido nos hunda en la pobreza, condición ésta que culturalmente se está instalando como una virtud.

          Avizoro una adaptación silenciosa, tácita, a vivir en el inmovilismo mental. Una adaptación a vivir atrapados en un status quo paralizante. No visualizo motivación para despegar en la construcción de una Argentina vigorizante. Alguna luz se aprecia con la reacción del ámbito rural acompañado por pocos ciudadanos de otros sectores de la vida civil ante el atropello violador de la Constitución por parte del ejecutivo nacional en el caso Vicentín, no constituyéndose una masa crítica suficiente ante el peligro que corre la República.

          El Covid-19 está resultando una buena excusa para controlar nuestras libertades individuales, cerrar la economía, no respetar la división de poderes con el efecto nefasto de ser gobernados desmedidamente por el poder ejecutivo a base de DNU. Es decir, estamos viviendo con un poder judicial momificado en feria y con un poder legislativo que ni sabe cómo funcionar. Se puede llamar República a este modus vivendi? Es una democracia representativa la que tenemos?.

          El lamentable acomodamiento referido, considero que se ha cultivado en un longevo goteo incesante, suponiendo que bajo la conducción autoritaria estatal es posible vivir mejor. Tal siembra produjo la creación de un inconsciente colectivo que nos lleva a exigir derechos que no corresponden ni hemos ganado por esfuerzo del trabajo. Hemos adaptado nuestra conciencia a la conducta de los políticos inescrupulosos. Nos acomodamos a la corrupción, a la prebenda estatal y a la pobreza sin hesitación.

          Ante la asfixia fiscal estamos perdiendo la espontaneidad de emprender y de relacionarnos entre particulares para iniciar una actividad productiva. Estamos consintiendo que el Estado pretenda hacer nuestros negocios sin comprender el dispendio y daño que ello significa.     

          Nuestra sociedad tiende más a naturalizar los problemas que a resolverlos. El problema de fondo continúa estando en la sociedad misma y su falta de ánimo, voluntad e incapacidad para compeler “otro” país.

          Todo conduce a una absorción de la sociedad por parte del Estado, a una absorción de la espontaneidad de los vínculos entre privados; lo cual nos produce enormes dificultades para proyectar “otra” Argentina.

           El ADN que Alberdi procuró inyectarnos como la picadura del tábano socrático, nos resultó escaso para movilizarnos como sociedad creativa y pujante. La incredulidad y la arrogancia de entender que no somos ignorantes, nos guía al camino de servidumbre que nos ofrece el encanto de las sirenas del Estado.

           Es penoso experimentar que la sociedad se aviene a las condiciones del entorno que los gobiernos recurrentemente nos proponen coactivamente.

          Tenemos que despertar del silencio y la pasividad. Debemos convencernos que la arquitectura de la constitución nacional,  nos puso un marco legal para desempeñar funciones que nos permiten construir en libertad  nuestro futuro sin el yugo esclavista del Estado.  

          Siempre ansío que una generación joven pueda inquietarse ante la molestia momentánea que provoca el tábano, y que la proteína que se encuentre en el núcleo de las células conforme un nuevo material genético para nuestra sociedad y sus gobernantes.

Presidente Fundación LibreMente Dr. Orlando Litta

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